De cuando los monos se apoderaron del circo
Hubo una época en la que el Gran Circo White Tower era para todos y se consideraba de gran valor, la gente lo visitaba con sus mejores galas y llenaban las butacas con gusto y humor, a la expectativa del nuevo acto del mago Germán, muy famoso en ésa época, por sus impresionantes y complejos artefactos en los que aparecía, desaparecía, reproducía y dividía personas, conejos y ¡hasta leones! Todavía no sé cómo logró duplicar a la mitad del teatro y hacerlos aparecer dentro del globo de la muerte para después devolverlos a la plaza del centro del pueblo, recuerdo a Bridge, la mujer barbuda, siempre nos iluminaba con su extraña pero seductora presencia, así como su único y entrañable amor; Pedro el escapista, que dejaba a todos boca abierta con sus intrépidas y cada vez más difíciles escapes de imponentes cadenas dentro de gigantescas peceras llenas de pirañas y hasta ¡terribles tiburones!, nunca podré olvidar a la familia de trapecistas: Juno, Julieth y Joanne parecía que volaban ante semejantes alturas, con sus trajes brillantes y piruetas fuera de este mundo. ¡Qué tiempos! Recuerdo que lo que más me gustaba eran los payasos, en serio ¡moría de risa! Aunque en la realidad me identificara más con el payaso triste, cuando estaba en el circo parecía que mis problemas se disolvían.
Ahora ya no se ve nada de eso, a veces pienso que la gente ha perdido la razón, luego creo que soy solo yo, que no le parece bien cómo ha cambiado todo y sí está bien raro que a nadie le haya importado que en el circo ya no haya cirqueros, ya no hay trapecistas, ni magia, ni chistes, ni colosos, ni nada, nada de eso. Los pocos cirqueros que quedaban, que habían querido ofrecer un show, pronto pasaba algo que anulaba su acto, una y otra vez, hasta que desaparecieron. Tal vez estoy delirante, pero desde la vez que los monos se apoderaron del circo, ésa vez donde no sé cómo estuvo, pero una manada de monos domésticos, solo comenzó a romper cosas y bueno, a mí también me pareció muy chistoso ésa vez, pero luego comenzó a perder la gracia, según esto, alguien de muy muy arriba decidió que era y qué no era bueno, ahora los únicos que disfrutan el gran circo, no se alcanzan a ver, están en las butacas superiores.
Me han dicho, los que han podido ver el exclusivo show, que ahora lo que se presenta es una obra inexplicable, que éstas las funciones no son para la gente común y corriente, gente que no entiende la industria de la intercontextualización hiperbólica y exorbitante, que camina con ojos de desfiladero, dentro de la pesada parábola súper desarrollada, análoga e intangible, con intencionalidad encumbrada en la abstracción de los productos paradójicamente desplegados en espacios orbitales de la inmensidad opulentamente expuesta al expectorante público intransigente.